San Clemente de Roma o San Clemente I forma parte de los llamados padres apostólicos al estar considerado sucesor directo de los apóstoles Pedro y Pablo.

Su procedencia y vida está repleta de leyendas, pero sus cartas le sitúan como obispo de Roma, cargo que ostentó durante 10 años, en el siglo I. Asimismo, San Clemente está considerado el cuarto papa (del 88 al 97).

La Iglesia católica lo venera como santo y mártir. "La carta de Clemente da a entender que se escribió al finalizar una de las persecuciones, probablemente la de Domiciano, emperador al que el poder lo cambió inesperadamente de pacífico a cruel", apunta el santoral de la Archidiócesis de Madrid.

Según la tradición del siglo IV, San Clemente habría sido deportado al Quersoneso Táurico (Crimea), donde murió martirizado. Cuando fue arrojado al agua en el mar Negro con un ancla atada a su cuello, un ángel se zambulló en el fondo del mar para crear un magnífico sepulcro de mármol.

Se le atribuye la autoría de la célebre Epístola a los Corintios. Su carta a los Corintios está dirigida a restaurar la paz, siendo uno de los documentos más antiguos sobre el primado de la caridad del Papa.



Fuente: ELMUNDO.