Bajo las órdenes del emperador Trajano, Eustaquio fue un destacado general romano llamado Plácido. Su conversión al cristianismo llegó durante una caza de ciervos. Una manada se cruzó en su camino y uno de ellos tenía los cuernos en forma de crucifijo y radiaban luz. Entonces, oyó una voz: "Plácido, ¿Por qué me persigues? Tú vas a sufrir mucho por la causa de Cristo".
Y así fue. En el año 118, durante las persecuciones de Adriano, Eustaquio fue martirizado en Roma por su fe cristiana, siendo torturado y sacrificado junto a su mujer y sus dos hijos.
Es el patrón de los cazadores y también de las causas de compleja solución.
Fuente: ELMUNDO.
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